Ford Fairlane 500 V8 - 1970

Revista El Gráfico Nro 2626. Febrero de 1970

Oscar, esa fuente inagotable de sabiduría conductiva, conserva intactos todos sus reflejos y gracias a ellos nos brindó un show exclusivo en el que el Fairlane anduvo raramente sobre las cuatro ruedas. Pablo Brea, invitado especialmente por Ford Motor Argentina, fue uno de los agraciados copilotos de Oscar, además de conducir personalmente el V8 por la pista de pruebas de Pacheco, quizá la mas completa del mundo. La misma fue diseñada luego de que los concesionarios de la marca señalasen cuales eran los peores tipos de suelo en sus zonas de influencia. Es así que en sus 1.300 metros de extensión encontramos badenes con agua, baches profundos, empedrado bueno y del otro, trepadas y descensos bruscos, calzadas de cemento desparejas, cruces de calles con cuneta, etc. En toda esta síntesis de suelos el comportamiento del auto fue excelente, Oscar lo exprimió como no lo haría un usuario común ... Estas fotos son testigo.
Un Fairlane 500 en la pista de pruebas de Ford
Un chapuzón no es quedada

Ford Fairlane V8
Ford Fairlane V8
Ford Fairlane V8
Ford Fairlane V8

"Oscar ... ¿no podés pasar un poquito más ligero?". Legarreta, con la Nikkon de motor eléctrico y el zoom de 50-300 milímetros colgándole de su delgada figura de fotógrafo - fotógrafo, le había hecho la pregunta con algo más que con signos de interrogación ... En su gesto había un algo de duda sobre la positividad de la respuesta. "¡Si!... No hay ningún problema. Si querés que pase un poquito más ligero, yo paso. El auto aguanta". La respuesta desarrugó el entrecejo del inquisidor".
El Fairlane se alejó chorreando agua y prendiendo con intermitencias la luz de stop. Oscar iba secando las cintas de freno. La primera pasada por el estanque había sido emocionante, pero Legarreta quería más espectáculo aún. Dio la vuelta a uno de los dos circuitos de la pista de pruebas y encaró nuevamente hacia el foso de agua. Dobló la "ese" en segunda, puso en funcionamiento el limpiaparabrisas, rebajó a primera y se zambulló... El impacto fue tremendo. El agua se levantó por delante de la trompa hasta seis metros de altura, mientras el resto rebotaba contra las paredes del estanque y se volvía contra las puertas del auto como queriendo tomar las ventanillas (con los vidrios bajos) por asalto. Luego del primer impacto Legarreta vio aparecer el auto a través de una cortina casi traslucida, y mientras apretaba el disparador asoció esa imagen con la de un submarino emergiendo del agua. La asociación de ideas no podía ser mas perfecta, porque el Fairlane una vez que volvió a la superficie, chorreando agua desde el capó hacia abajo, demostró que era tan estanco como un submarino y no tuvo problemas pese a que el motor había recibido un baño íntegro de agua bajo presión.

¡ Ruedas al aire !

Ford Fairlane V8
Ford Fairlane V8
Ford Fairlane V8

La sesión continuó al gusto de Oscar. Tomamos la recta de velocidad y empezó a jugar con la caja. Le tocó la pierna a Brea, y mientras mantenía el pie izquierdo en el piso la palanca seleccionaba a impulsos de la mano de Oscar una inacabable sinfonía de segunda - tercera - segunda - tercera - segunda - tercera ... "¡Viste ..., viste!. Mirá que auto le damos a la gente. Esto ya es demasiado". Hablando y haciendo demostraciones llegamos al viraje peraltado. A 90 kilómetros le pegó un golpe de volante y manteniendo la presión sobre el acelerador hicimos los 180 grados de giro andando bastante de costado. A Pablo Brea se le cayó la mandíbula: "¡Este Oscar es un monstruo!. Recién íbamos de costado en otro viraje, y mientras corregía con una mano, con la otra me golpeaba la pierna mientras me decía que me fijara como tenia apretado el fierro a tabla".
La demostración gustó y dimos otra vuelta, pero con variaciones. Cuando ya estábamos por llegar al final del peralte, Oscar se descolgó con todo. Allí donde el peralte se una abruptamente con una extensa playa, en la que maniobran hasta camiones con remolque, el Fairlane desarrolló toda la gama de acrobacia bajo el control. Primero, las dos ruedas delanteras en el aire y el capó tapándonos casi todo el paisaje. Después la rueda trasera izquierda en el aire mientras la delantera derecha soportaba el peso del "chiste" sin quejarse. Así, espectacularmente. Oscar cerró el show sin haber podido destruir el Fairlane. recién entonces se desabrochó el cinturón de seguridad y golpeándole el hombro a Brea le contestó  por qué siempre viajaba atado: "¡Y por qué te crees que estoy vivo todavía!".


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